Sostenibilidad en el olivar con el uso de fungicidas y herbicidas en tratamientos de otoño

Sostenibilidad en el olivar con el uso de fungicidas y herbicidas en tratamientos de otoño

El olivar es uno de los cultivos de mayor relevancia socioeconómica de la agricultura española. Se trata de una de las tres patas de la triada mediterránea, junto con la vid y el trigo. Conforma paisajes, aglutina zonas rurales y supone el modo de vida de miles de personas en nuestro país.

En la actualidad, el olivar abarca 2.770.424 hectáreas de superficie en España (1.894.893 ha en secano y 875.531 ha en regadío), según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (ESYRCE) 2021 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. La gran parte de la superficie, 2.573.334 ha, corresponde a aceituna de almazara, por 120.319 ha de aceituna de doble aptitud y 76.771 ha de aceituna de mesa.

Por todo ello, cuidar y prevenir a este cultivo de posibles enfermedades se antoja vital para sacar el mayor rendimiento posible del mismo. La búsqueda de la sostenibilidad ha de obedecer a un enfoque triple, conjugando las dimensiones económica, medioambiental y social. Sin rentabilidad, no hay olivicultura. “Una cosa sostenible es una cosa que se puede mantener en el tiempo, y para mantener un cultivo en el tiempo, lo primero que tiene que ser es rentable para el agricultor porque, si no, lo va a dejar”, sostiene el experto en cultivo de olivar de Syngenta, Juan Trigos.

Un momento especialmente crítico a vigilar es en otoño, cuando empiezan a darse condiciones climáticas basadas en temperaturas suaves y humedades relativas altas, previas a las primeras lluvias de esta estación. Las malas hierbas también amenazan en esta época del año.

Principales enfermedades fúngicas y su tratamiento

En el apartado de enfermedades fúngicas, un nombre sobresale por encima de todos: repilo. Se trata de una enfermedad causada por Spilocaea oleagina, un hongo de desarrollo interno que afecta sobre todo a las hojas de los olivos, aunque también puede atacar al pedúnculo de las aceitunas. Está considerada la enfermedad más común y más grave del olivar, tal y como señala el documento ‘Técnicas de cultivo: Plagas y enfermedades del olivo’, de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía.

Puede propagarse durante todo el año, pero los periodos más frecuentes de infección son la época mencionada (septiembre-noviembre) y febrero-abril. Para su desarrollo necesita humedad abundante, por lo que esta enfermedad es más común en zonas bajas y en las proximidades de los arroyos y ríos. Según Trigos, causa muchas pérdidas no solo en el año en curso sino también en los siguientes.

El tratamiento adecuado, según Syngenta, debe tener en cuenta los plazos de seguridad de los productos utilizados, la fecha de recolección estimada y la velocidad del viento para evitar pérdidas por deriva. Debe realizarse cuando hay presencia de repilo visible o cuando el porcentaje de repilo incubado supera el umbral del 1%. Y es importante combinarlo con medidas culturales como podas que favorezcan la correcta aireación en la copa del olivo, una correcta fertilización y un laboreo adecuada al terreno.

Desde la compañía se recomienda el tratamiento con cobre, que debe acometerse cuando la superficie de la hoja presente mayor humedad; es decir, el mejor momento es por la noche, hacia las primeras horas de la mañana.

Syngenta pone a disposición de los olivicultores ZZ Cuprocol, un fungicida cúprico de alto contenido en cobre para el control del repilo y bacteriosis en el olivar.

Su particularidad, y el otro motivo que lo convierte en la mejor opción para el olivar además de su eficacia en la prevención de las mencionadas enfermedades, es que posee un tamaño de partícula más fino, lo que implica aplicar una menor cantidad de cobre por hectárea, con lo cual se contribuye al objetivo de reducir el uso de productos fitosanitarios: sostenibilidad económica y medioambiental al alimón.

El tratamiento contra malas hierbas en el cultivo de olivar

Los herbicidas destinados a los cultivos de olivar tienen doble función, recuerdan desde Syngenta; por un lado, se encargan de eliminar las malas hierbas que dificultan el progreso adecuado del cultivo y, por otro, preparan el suelo para la recolección de la aceituna. La importancia de este segundo punto no es poca. De hecho, los principales gastos en una explotación olivarera se concentran en la recolección y la poda, que suponen el 50% del total de la inversión.

Desde esta compañía se ha insistido siempre en que las malas hierbas son, junto con la pluviometría y las enfermedades, los factores que más afectan al rendimiento de los olivos. Tienen una influencia destacada en los costes de explotación y de recolección cuando su presencia, sobre todo bajo las copas de los árboles, deja de ser testimonial. Su control se antoja necesario para asegurar todas las dimensiones de la sostenibilidad que enfrenta un olivicultor.

Tal y como se indica en el boletín ‘Principales malas hierbas en el olivar’ de la Red de Alerta e Información Fitosanitaria (RAIF) de la Junta de Andalucía, son innumerables las especies de malas hierbas que inundan los olivares españoles. Por lo general, germinan en primavera y otoño, completando su ciclo vegetativo durante el resto del año. Su gran capacidad de propagación y germinativa las convierte en especies muy peligrosas por su carácter invasor y muy competitivo. La germinación escalonada que presentan las semillas de algunas de ellas añade más dificultad a la estrategia de control.

Algunas de las más comunes son el jaramago, la cebadilla, el cenizo, la juncia o la correhuela, pero existen otras cuyo control se complica en olivar porque han desarrollado resistencia a herbicidas, como la coniza, el vallico, el bromo, la sombrilla o paragüita, la grama o la malva.

Para su control, se cuenta con estrategias de escarda manual o mecánica y de aplicación de herbicidas. En preemergencia, el control químico debe realizarse una vez se hayan acometido acciones de control cultural, como el mantenimiento de un suelo limpio de restos vegetales y con un adecuado nivel de humedad; en postemergencia, las medidas de control cultural deben basarse en operaciones de escarda y siega mecánica; en el caso de malas hierbas perennes, debe segarse la parte aérea de las que tengan capacidad de rebrote.

En el apartado de control de malas hierbas en olivar, Syngenta cuenta con Terafit®, un herbicida sistémico para aplicaciones de preemergencia y postemergencia temprana con actividad residual y de contacto para el control de malas hierbas de hoja ancha y estrecha. Eficaz contra ciperáceas, dicotiledóneas y gramíneas.

Terafit® ha agarrado el testigo de materias activas que venían siendo referencia en control de malas hierbas en olivar hasta que su uso se ha visto restringido o prohibido. Además, las nuevas exigencias medioambientales convierten a Terafit® en la solución idónea.

En ese sentido, Juan Trigos remarca la importancia de que se trate de un producto seguro para el medioambiente, tal y como demuestran varios ensayos en los que se certifica que Terafit® no tiene riesgo de contaminación de las aguas, ya sea por escorrentías o por infiltraciones a los acuíferos. Asimismo, existen otros trabajos que demuestran la ausencia de trazas del producto en el aceite.

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