Oídio en el viñedo: identificación, daños y control

Cultivos leñosos
Oídio en la hoja

El oídio es una de las enfermedades fúngicas más comunes en el viñedo. Esta enfermedad esta provocada por el hongo Erysiphe o Uncinula necátor y puede provocar pérdidas de rendimiento y de calidad de los vinos producidos. Por ello, es esencial establecer un buen control de esta enfermedad durante todo el ciclo de cultivo de la vid.

 

El oídio es hongo que se conoce en los viñedos europeos desde 1845, cuando se detectó por primera vez en Gran Bretaña y Francia, procedente de EE.UU. Uncinula necátor pertenece a la familia de los ascomicetos, organismos que necesitan de tejido vegetal vivo para sobrevivir y cuyo síntoma principal es el característico polvillo blanco que recubre las plantas afectadas.

El control de cualquier enfermedad en viñedo pasa por detectar los primeros síntomas en la planta, así como monitorizar las condiciones ambientales para anticiparnos a su aparición. En este artículo se darán las claves para conocer el hongo que provoca el oídio (conocido de forma popular cómo ceniza o blanquilla), identificar sus daños y así poder controlarlo desde el inicio.

¿Cómo se detecta el oídio en el viñedo?

La forma en que se detecta el oídio en viñedo esta ligada a su ciclo biológico sobre el cultivo. El ciclo comienza en invierno, cuando el hongo se encuentra invernando en el interior de las yemas como un micelio.

Ciclo biológico del oídio en viñedo
Fuente: vitinicultura.net

En la época del desborre, los filamentos del hongo contenidos en las yemas se desarrollan y contaminan los órganos verdes jóvenes. En las condiciones españolas (climas cálidos), la contaminación primaria del oídio se produce por la eclosión de las cleistotecas que liberan las ascosporas encargadas de diseminar la infección. Se observa entonces un rizado ligero en el borde de las hojas jóvenes, que toman un aspecto arrugado, y la formación de manchas difusas de un gris apagado.

Durante la vegetación, el aspecto abarquillado y arrugado de la hoja se acentúa: sus bordes se levantan en forma de “teja” hacia la cara superior, mientras que un polvo gris blancuzco invade el conjunto del limbo. Una invasión muy precoz puede también producir la aparición de brotes totalmente blanquecinos.

Sobre los sarmientos se forma el mismo polvo grisáceo. Las flores pueden también ser contaminadas, para secarse y caer posteriormente.

Los granos se cubren a su vez de un polvo blancuzco; su piel se endurece, se agrieta y acaba por romperse.

En otoño y durante el invierno se pueden observar durante esta época manchas sobre la madera, debidas al oídio.

Las condiciones óptimas para el desarrollo del oídio en viñedo son entre los 20 y 27 grados de temperatura y una humedad relativa del 40-80%. A diferencia del mildiu, el oídio no necesita agua para su germinación. Este factor, unido al hecho de que las lluvias abundantes pueden llegar a destructurar su micelio, hacen que esta enfermedad sea más severa en climas secos.

Para detectar el oídio de forma precoz, se aconseja vigilar el envés de las hojas o aquellas más sombreadas ya que reúnen las condiciones perfectas para un desarrollo temprano de la enfermedad.

¿Qué daños provoca el oídio en la vid?

Dependiendo del órgano vegetal afectado, el oídio provoca diferentes daños, aunque si bien es verdad que los daños más graves se producen sobre el racimo, ya que los granos pequeños se secan y caen.

El ataque sobre las hojas hace que la planta pierda capacidad fotosintética y dificultades en la respiración por colonización de las estomas. Esto lleva a una pérdida de rendimiento del cultivo y a otros efectos adversos en fases cruciales del ciclo del viñedo cómo el cuajado de los frutos. Por lo que el primer daño que percibe el viticultor es una fuerte reducción de la cosecha.

Oídio en un brote
Oídio en la hoja
Oídio en el racimo

Sobre el racimo, si el estado de la enfermedad avanza se produce un freno en el crecimiento de la piel de las uvas que llega a la rotura de la película de los granos, lo que permite los ataques de la podredumbre (Brotytis cinerea) y de otros hongos como infecciones indirectas. Esto provoca una alteración de la calidad de los vinos producidos.

Es bien sabido que la vinificación de cosechas con presencia de racimos con oídio es mucho más delicada y compleja. Además de que no es posible corregir todos los defectos del vino final como gustos fenólicos y aromas a hongos no deseados.

Se trata pues de una enfermedad grave, que conviene controlar a partir de su aparición.

Cómo controlar el oídio en el viñedo

El control del oídio se debe realizar utilizando todas las medidas y soluciones posibles para evitar su impacto negativo sobre el viñedo. Así, existen una serie de medidas culturales y preventivas para tener en cuenta:

  • Sistemas de conducción que permitan una buena circulación de aire y prevengan un sombreo excesivo.
  • Mantener una copa vegetativa abierta, con deshojado o desnietado, permiten mejorar la eficacia de los tratamientos y originan un microclima no favorable a la enfermedad.
  • Abonado nitrogenado equilibrado.
  • Control del riego para evitar humedades excesivas que fomenten el desarrollo del hongo.
  • Controlar plantas huésped de la enfermedad como la correola (Convolvulus)

 

Otro factor importante es tener en cuenta los mejores momentos para realizar el control del oídio, siendo el comienzo de la floración o en plena floración dichos momentos más idóneos. Además, en aquellas parcelas que se identifiquen como susceptibles a sufrir ataques será aconsejable realizar un tratamiento cuando la uva tiene el tamaño garbanzo.

Desde Syngenta hemos creado dos programas de control de oídio basados en si la producción se realiza en convencional o ecológico.

Tratamiento convencional en viñedo
Tratamiento ecológico de oídio en viñedo

El control del oídio en el viñedo va a permitir obtener cosechas en vendimia en cantidad y calidad suficiente para obtener un buen vino sin imperfecciones.