La agricultura ecológica no es una mala idea pero la agricultura sostenible es aún mejor
Gavin Whitmore, Director General: En la European Crop Protection Association (ECPA), el departamento de biodiversidad analiza el grado en que el control integrado de plagas respalda la intensificación sostenible de la agricultura
La sociedad es cada vez más consciente del doble reto que supone alimentar a una población en constante crecimiento y, a la vez, proteger el medio ambiente. A menudo se vende la idea de que la agricultura ecológica es la opción respetuosa con el medio ambiente alternativa a la agricultura convencional y, sin duda, existen casos en los que esta afirmación es cierta. No obstante, tenemos que desmitificar la idea de que las prácticas y los plaguicidas utilizados por agricultores ecológicos son mejores para el medio ambiente que los empleados por agricultores que utilizan prácticas agrícolas modernas.
Un agricultor tiene la complicada tarea de proteger el medio ambiente y las cosechas futuras. Lo bueno es que no son objetivos incompatibles.
Para proteger el medio ambiente, la agricultura tiene que hacer un uso eficiente y sostenible de los recursos naturales. Para conseguirlo, se tienen que proteger las cosechas. Una agricultura ineficiente e improductiva pone en jaque todos los esfuerzos por proteger la biodiversidad porque se necesitan más terrenos para producir la misma cantidad de alimentos, se desperdician recursos naturales escasos para cultivar una cosecha fallida y, a nivel mundial, pone en peligro la seguridad alimentaria, así como la estabilidad política.
Además, otros dos desafíos, el crecimiento de la población y el cambio climático, mantendrán a los agricultores ocupados. El aumento de la población mundial se traduce en que en 2050 tendremos que producir alimentos para 2.000 millones de personas más. Con el objetivo de reducir el impacto medioambiental, tenemos que reducir la expansión de terrenos de interés agrario. Por tanto, tendremos que cosechar las tierras de cultivo disponibles de una manera más intensa.
El cambio climático no hace más que añadir presión a esto. Los fenómenos meteorológicos graves y el aumento de la escasez de agua se volverán problemas muy comunes en la provisión de alimentos. Una vez más, la agricultura puede aportar beneficios al emplear métodos y prácticas de producción eficientes que contribuyan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentar el almacenamiento de carbono y reducir el impacto de fenómenos meteorológicos extremos.
La producción intensiva desempeña un papel destacado
Afirmaciones exageradas y, en ocasiones, falsas sobre los beneficios para la salud y el medio ambiente de la agricultura ecológica ayudan a polarizar el debate sobre sostenibilidad. Los grupos de presión de la agricultura ecológica han trabajado mucho para crear la imagen de que la producción ecológica es la antítesis y el antídoto contra los males de la agricultura «industrial».
El debate polarizado sobre la agricultura sostenible no ha tratado bien al término «producción intensiva», que, por desgracia, se utiliza junto a «agricultura industrial» y otros términos despectivos que hacen referencia a prácticas que no se ajustan a los estándares ecológicos. Es una pena porque el mundo no puede vivir solamente de agricultura ecológica. La producción intensiva sostenible jugará un papel fundamental en alimentar al mundo y en ayudar a proteger el medio ambiente.
Control integrado de plagas: la protección de los cultivos y del medio ambiente
La agricultura de gran productividad requiere que se proteja a los cultivos de plagas de animales e insectos, maleza y enfermedades. Sin esta protección, se podría perder entre un 40 y un 80% de la posible cosecha, unos datos inaceptables en un sistema sostenible. Los pesticidas ayudan a mejorar la eficacia del sector agrícola al reducir las consecuencias negativas de la biodiversidad en nuestras futuras cosechas. No obstante, para ser realmente sostenibles, tenemos que proteger a los cultivos y, al mismo tiempo, minimizar los efectos no deseados en la biodiversidad, el agua y el suelo. La clave está en encontrar un equilibrio y, para ello, el control integrado de plagas (o IPM, por sus siglas en inglés) ofrece un marco importante de actuación.
El control integrado de plagas no es solamente un método de producción ecológica
El control integrado de plagas es un requisito para la gestión de plagas en la UE desde 2014 y respalda la protección de cultivos sostenibles con una combinación de medidas culturales, físicas, biológicas y químicas que protegen a los cultivos de plagas y enfermedades. Reconocido como un método rentable y respetuoso con el medio ambiente, el IPM promueve las mejores prácticas para el empleo de plaguicidas solamente cuando sea necesario.
El IPM es compatible con las prácticas de producción ecológica pero no es un método de este tipo de producción sino es un medio para orientar prácticas de protección de cultivos sostenibles. Los plaguicidas aprobados para ser empleados en la agricultura ecológica pueden tener un efecto negativo en la salud de las personas y en el medio ambiente y, por tanto, están sujetos a la misma política que regula el uso de plaguicidas químicos sintéticos, que se deben emplear con sumo cuidado y solamente cuando sea necesario.
Un marco más amplio de buenas prácticas agrícolas
Aunque la estrategia del IPM ofrece a agricultores ecológicos y convencionales una estrategia coherente para equilibrar la protección de cultivos con la protección del medio ambiente, no es una fórmula mágica para la agricultura sostenible.
Uno de los verdaderos puntos fuertes del IPM es que permite a los agricultores no pensar solo en el inútil debate polarizado sobre agricultura ecológica y convencional y tiene en cuenta la protección optimizada de los cultivos y del medio ambiente. El IPM permite desarrollar prácticas sostenibles porque no excluye el uso de soluciones de protección de cultivos más efectivas que eviten la pérdida de cultivos arruinados y el efecto medioambiental indiscriminado de productos químicos que no se han creado específicamente para controlar plagas. Ahí es donde reside la verdadera sostenibilidad. La agricultura tiene que ser más productiva y exigir menos recursos naturales y del medio ambiente. Los agricultores tienen el reto de conseguir aumentar la productividad con pérdidas mínimas, aumentar la producción con menos terrenos y un menor impacto medioambiental, gestionar producciones predecibles en climas erráticos y ampliar el espacio destinado a la naturaleza aunque la competencia por terrenos agrícolas sea elevada. En un marco más amplio de buenas prácticas, la gestión integrada de plagas y plaguicidas modernos son una parte de la solución. La investigación, el desarrollo y la innovación junto con el empleo seguro y sostenible de plaguicidas pueden ayudar a garantizar un suministro asequible y seguro de alimentos para las generaciones futuras.
Gavin Whitmore
Director General, Biodiversidad
European Crop Protection Association (ECPA)
[:pt]Gavin Whitmore, diretor-geral do Departamento de Biodiversidade da European Crop Protection Association (ECPA), analisa até que ponto a Proteção Integrada contribui para a intensificação sustentável da agricultura.
A Sociedade está cada vez mais consciente do duplo desafio que decorre da necessidade de alimentar a crescente população mundial e, paralelamente, proteger o meio ambiente. É frequente ouvir-se dizer que a agricultura biológica é a alternativa mais amiga do ambiente à agricultura convencional e, sem dúvida, em alguns casos esta afirmação é verdadeira. No entanto, é preciso desmistificar a ideia de que as práticas e os pesticidas usados no modo de produção biológico (MPB) são melhores para o meio ambiente do que os usados pelos agricultores que praticam uma agricultura moderna.
Os agricultores têm a complicada tarefa de proteger o meio ambiente e as colheitas futuras. A boa notícia é que não são objetivos incompatíveis.
Para proteger o meio ambiente a agricultura deve usar os recursos naturais de modo eficiente e sustentável, e para lograr tal objetivo é necessário proteger as culturas. Uma agricultura pouco eficiente e pouco produtiva põe em cheque todos os esforços para proteger a biodiversidade, porque implica usar mais terra para produzir a mesma quantidade de alimentos; são desperdiçados recursos naturais escassos para obter uma parca colheita e, a nível mundial, coloca-se em risco a segurança alimentar, assim como a estabilidade política.
Mas há ainda dois outros desafios com que os agricultores se confrontam: o crescimento da população e as alterações climáticas. O aumento da população mundial significa que em 2050 teremos mais 2.000 milhões de pessoas para alimentar. Para reduzir o impacto no meio ambiente, precisamos de reduzir a expansão dos terrenos agrícolas utilizáveis. Por isso, é necessário cultivar as terras disponíveis de forma mais intensiva.
As alterações climáticas mais não fazem do que aumentar a pressão sobre estas questões. Os fenómenos meteorológicos extremos e o aumento da escassez de água afetarão cada vez mais a produção de alimentos. É portanto preferível uma agricultura que use métodos e práticas de produção eficientes, que contribua para reduzir as emissões com efeito de estufa e para aumentar a captura de carbono e que reduza o impacto dos fenómenos climáticos extremos.
A produção intensiva é crucial
Afirmações exageradas e, por vezes falsas, sobre os benefícios para a saúde e para o ambiente da agricultura biológica contribuem para polarizar o debate acerca da sustentabilidade. Os grupos de pressão da agricultura biológica trabalham afincadamente para passar à opinião pública a ideia de que o MPB é a antítese e o antídoto contra os males da agricultura «industrial».
O debate polarizado sobre agricultura sustentável não contribuiu para clarificar o verdadeiro conceito do termo “produção intensiva”, que infelizmente é encarada como sinónimo de “agricultura industrial” e rotulada com termos pejorativos, por estar fora dos parâmetros do que é aceite em MPB. É pena, porque o mundo não pode viver exclusivamente da agricultura biológica. A produção intensiva sustentável terá um papel crucial na alimentação do mundo e na ajuda à proteção do ambiente.
Proteção Integrada e meio ambiente
A agricultura altamente produtiva exige que se protejam as culturas de pragas e doenças. Sem esta proteção, os agricultores arriscam-se a perder entre 40% a 80% da colheita potencial, o que é inaceitável numa lógica de sustentabilidade da exploração agrícola. Ao mitigar as consequências negativas da biodiversidade nas futuras colheitas, os pesticidas estão a contribuir para melhorar a eficácia da atividade agrícola. No entanto, a sustentabilidade exige também que, ao mesmo tempo que se protegem as culturas dos seus inimigos naturais, se minimizem os efeitos indesejáveis na biodiversidade, na água e no solo. O segredo está em encontrar o equilíbrio e, nessa perspetiva, a Proteção Integrada (IPM na sigla em inglês) é uma ferramenta fundamental.
A Proteção Integrada não é apenas um método de produção biológica
A Proteção Integrada é obrigatória desde 2014 na União Europeia e traduz-se na proteção das culturas contra pragas e doenças, combinando medidas culturais, físicas, biológicas e químicas. Reconhecida como um método rentável e amigo do ambiente, a Proteção Integrada promove as melhores práticas de aplicação de pesticidas e apenas quando estritamente necessários.
A Proteção Integrada é compatível com o MPB, mas não é um método exclusivo deste modo de produção, trata-se de uma orientação com vista à proteção sustentável das culturas. Os pesticidas homologados em MPB podem ter efeitos negativos na saúde humana e no meio ambiente e, por isso, estão sujeitos à mesma política que regula os pesticidas químicos de síntese, que devem ser aplicados de forma cuidadosa e apenas quando estritamente necessários.
Uma forma mais ampla de Boas Práticas Agrícolas
Apesar de a Proteção Integrada permitir aos agricultores em MPB ou convencional uma estratégia coerente que equilibra proteção das culturas com preservação do meio ambiente, ela não é uma fórmula mágica para a agricultura sustentável.
Um ponto forte da Proteção Integrada é que ela pondera a proteção otimizada das culturas com o meio ambiente, deixando de lado o inútil debate polarizado sobre agricultura biológica e convencional. A Proteção Integrada permite desenvolver práticas sustentáveis porque não exclui o uso de soluções de proteção das culturas mais eficazes, que evitam a perda das culturas e o efeito indiscriminado de produtos químicos que não foram criados especificamente para controlar pragas. É neste equilíbrio que reside a verdadeira sustentabilidade. A agricultura precisa de ser mais produtiva e de gastar menos recursos naturais e meio ambientais. Os agricultores têm o desafio de aumentar a produtividade com perdas mínimas; aumentar a produção com menos área de terreno e menor impacto ambiental; gerir produções previsíveis em climas instáveis e aumentar o espaço destinado à natureza, embora a competição por terras agrícolas seja elevada. Numa perspetiva mais ampla de Boas Práticas, a Proteção Integrada e os pesticidas modernos são uma parte da solução. A investigação, o desenvolvimento e a inovação, a par da aplicação segura e sustentável de pesticidas, podem ajudar a garantir um abastecimento exequível e seguro de alimentos às gerações futuras.
Gavin Whitmore
Diretor-geral do Departamento de Biodiversidade,
European Crop Protection Association (ECPA)
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