Fertilización del olivar en primavera

Cultivos leñosos
Nutrición del olivar en primavera

La fertilización es una práctica de cultivo que juega un importante papel en la sostenibilidad productiva, medioambiental y económica del cultivo y tiene como objetivo principal conseguir plantaciones con un alto potencial productivo, tanto en cantidad como en calidad.

En el caso del olivar, la planificación de la fertilización ha evolucionado en los últimos años. Además, la intensificación del cultivo, con mayores densidades de plantación y la puesta en riego como características más relevantes, se ha traducido en una mejora muy significativa de la producción de los olivares.

Para el correcto abonado hay que tener en cuenta las necesidades nutricionales que se requieren para el óptimo desarrollo del árbol y de sus frutos.

Dentro de las propuestas de abonado habituales de la segunda mitad del siglo XX para olivares tradicionales de secano, muchos de ellos de baja producción, estaban los aportes fijos de abono al suelo de acuerdo con calendarios establecidos y carentes de criterios técnicos en la mayoría de las ocasiones.

En la actualidad, se busca optimizar las aplicaciones de fertilizantes evitando los efectos adversos de su mal empleo, considerando la capacidad productiva de las plantaciones, cuantía y distribución de la pluviometría, estado fenológico y nutritivo de los olivos, fertilidad del suelo y aporte de nutrientes por las aguas de riego en su caso entre otros.

Es importante tener en cuenta de que se trata de una práctica compleja en la que se ven implicados múltiples factores y que si esta no se realiza correctamente se pueden realizar aportaciones excesivas, o no llegar a cubrir las necesidades del cultivo, de algunos elementos, como ocurre con frecuencia con el nitrógeno y el potasio.

Antes de adoptar una estrategia de abonado, debemos evaluar la composición del suelo (se recomienda su análisis cada 4 o 5 años) y vigilar especialmente las concentraciones de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). Es importante destacar que las necesidades de nutrientes del olivo varían a lo largo de las distintas fases vegetativas de la planta. Esto es algo que debe tenerse en cuenta a la hora de planificar el abonado del olivo y aportarlos al cultivo.

Para saber cuándo aplicar abono a los olivos, hay que tener en cuenta que crecen prácticamente a lo largo de todo el año, florecen en primavera y dan fruto justo después. Por eso, es interesante abonarlos a finales del invierno y no dejar de hacerlo hasta el otoño.

En primavera, al tratarse de una época muy importante para el olivo, es importante planear un buen abonado foliar, esencial para reforzar la floración y mejorar el cuajado.

  • Nitrógeno: Es el elemento más importante en el abonado del olivo. Acelera la actividad vegetativa y el desarrollo de la planta, aumenta la capacidad de asimilación de otros elementos e influye en la producción.
  • Fósforo: Forma parte en los procesos bioquímicos de la planta. Acelera la maduración y mejora la floración y el cuajado.
  • El potasio desempeña una labor importante en el transporte de azúcares en la planta, en la transpiración y en numerosos procesos bioquímicos en los que tiene que estar presente. Aumenta la resistencia del árbol a las heladas y a las enfermedades criptogámicas. Mejora el tamaño y la calidad de los frutos.

Además de estos tres macroelementos básicos en la fertilización del olivar en primavera, hay otros que pueden limitar la producción o reducir la respuesta de la aplicación de otros fertilizantes. Es el caso de boro, hierro, zinc, calcio, magnesio y manganeso para cuyo aporte es importante el previo análisis foliar.

  • Boro: durante las fases de desarrollo de yemas florales y floración es cuando la planta tiene sus necesidades máximas.
  • Zinc: su deficiencia se manifiesta por la pérdida de la dominancia apical en los brotes, en una reducción del tamaño de la hoja y acortamiento de entrenudos, clorosis internervial y reducción del crecimiento de la planta.
Nutrición del olivar en primavera

El olivo responde bien a las aportaciones de nitrógeno, potasio y microelementos (excepto el hierro) por vía foliar, que pueden realizarse aprovechando tratamientos de productos fitosanitarios y que están especialmente indicadas en tiempo seco.

La absorción foliar de los nutrientes se favorece si la temperatura ambiental es suave, si la humedad ambiente es elevada y si el olivo tiene una proporción importante de hojas jóvenes, lo que sucede de abril a julio. 

Dentro de las características del abonado foliar encontramos:

  • Dar un aporte de nutrientes compatible con el crecimiento vegetativo y la floración que actúe como complemento a la fertilización vía suelo, particularmente en secano y los suelos más pobres.
  • Estimular la planta y mejorar su resistencia, facilitando el cuajado de la aceituna y reduciendo las pérdidas de fruto.
  • Mejorar la floración y evitar el corrimiento de flores.

Por último, es muy importante tener en cuenta que cuando se suministre el abono foliar al olivo, hay que considerar que su función es acompañar el abonado de las raíces, no sustituirlo. Se trata de aplicaciones complementarias a las que se hacen vía suelo o fertirrigación y se deben tener en cuenta para que no se produzcan duplicaciones. Una correcta aplicación del abono foliar en el olivo asegura resultados positivos de manera rápida.