“Estamos sufriendo un proceso de eliminación de sustancias que está poniendo a prueba a los agricultores europeos” - David Erice (UPA)

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David Erice

Entrevista a David Erice, miembro del gabinete técnico de UPA

 

PREGUNTA.- Desde Bruselas, el titular más repetido es que la nueva PAC 2023-2027 será “más justa”. ¿Comparten esta valoración en su organización?

RESPUESTA.- La PAC para el período 2023-2027 viene marcada por más de seis décadas de vida en la que ha sufrido muchos cambios. Sin embargo, cada período está muy influenciado por los principios básicos del período anterior y, en este caso, esa situación marca claramente el debate inicial. Cuando UPA solicita una PAC más justa, lo que estamos pidiendo es que el reparto del apoyo público se destine a aquellas explotaciones profesionales y familiares que más dependen de él. Sin duda, en esta reforma se han introducido dos conceptos que van a permitir un reparto más justo, según nuestro punto de vista, como son el establecimiento de un techo por explotación o capping y la puesta en marcha de la ayuda redistributiva.

En primer lugar, parece obvio pensar que el apoyo público debe tener como prioridad las explotaciones agrarias que tienen una dimensión económica más débil, y cuya producción de alimentos no podemos permitirnos el lujo de perder. Todos los estudios previos nos indican que la economía de escala permite a las grandes explotaciones depender menos de las subvenciones públicas. Lamentablemente, desde UPA pensamos que la propuesta del MAPA no ha sido capaz de hacer frente a las presiones de los grandes propietarios de tierra, y según dicha propuesta todavía vamos a ver beneficiarios de la PAC que cobrarán más de 400.000 o 500.000 euros de ayudas directas del primer pilar. Lamentablemente, la capacidad de generar recursos a través del mecanismo de techo de las ayudas es muy limitada. La propia administración reconoce que se van a obtener muy pocos recursos con la modulación y que solo el techo absoluto de los 200.000 euros de las ayudas básicas a la sostenibilidad puede generar algún fondo.

Por otro lado, la ayuda redistributiva supone uno de los elementos más novedosos en el nuevo modelo de PAC. La apuesta del MAPA no ha sido nada ambiciosa, limitando su presupuesto al 10% del total. Ahora es muy importante establecer un diseño óptimo de dicha ayuda redistributiva para que las explotaciones beneficiadas sean las explotaciones familiares y profesionales de mediano y pequeño tamaño, dando lugar a un reparto más justo de los fondos europeos.

P.- La reforma incluye condicionantes dirigidos a ese cambio de modelo hacia una agricultura más ecológica y, sobre todo, más sostenible. ¿Qué impacto cree que tendrá esto en la agricultura española? ¿Está preparada?

R.- Sin duda, estos nuevos condicionantes suponen un auténtico desafío para el sector agrario europeo en su conjunto. Los agricultores y ganaderos han demostrado en muchas ocasiones su capacidad de adaptación a los cambios normativos impuestos en reformas posteriores. Es verdad que en esta ocasión la ambición “verde” se ha incrementado de manera exponencial y, por tanto, la incertidumbre sobre sus efectos aumentan. El abanico de nuevos condicionantes es muy amplio, y la valoración habría que realizarla de manera individualizada. Algunos de los conceptos introducidos por el nuevo modelo de PAC pueden ayudar a los agricultores y ganaderos para mejorar su forma de hacer las cosas, pero por otro lado hay determinadas normas que van a limitar mucho nuestra capacidad de producir alimentos, y es muy difícil entender qué es lo que se pretende. Es necesario hacer hincapié en aquellas medidas que van a limitar las herramientas disponibles para mejorar la producción, como puede, ser las limitaciones de productos fitosanitarios, fertilizantes, o las nuevas tecnologías que inevitablemente se pondrán a disposición de agricultores de otras zonas del mundo.

UPA es consciente de que el sector agrario debe avanzar en su forma de producir, pero en primer lugar es necesario poner en valor los avances y las mejoras que los agricultores y ganaderos llevamos haciendo durante décadas. Ahora mismo, el sistema de producción es mucho más sostenible que hace 20 años y, sin duda, dentro de 20 años lo será mucho más. Cuando se establecen estrategias de futuro, las administraciones tienen la obligación de establecer estudios de impacto y explicar los diferentes escenarios a los que nos podemos enfrentar. Si por presiones políticas que no cuentan con ningún criterio científico se elimina un determinado producto fitosanitario que no cuenta con un sustituto en el mercado, se está haciendo un flaco favor a toda la sociedad. No nos podemos dejar llevar por discursos políticos que no cuenten con un apoyo científico unitario.

Nadie pone en tela de juicio la necesaria sostenibilidad de la agricultura; lo que ocurre es que ese objetivo se puede alcanzar de diferentes formas. Estrategias que planteen reducir porcentualmente el uso, por ejemplo, de fitosanitarios respecto a una referencia sin ningún elemento más nos parecen equivocadas. Sin embargo, estrategias que favorezcan el uso sostenible de productos fitosanitarios, el asesoramiento de agricultores en la lucha contra plagas y enfermedades, el uso de tecnología avanzada en el monitoreo de plagas, el tener en cuenta el análisis de riesgo de los productos fitosanitarios nos parecen estrategias adecuadas para cumplir esos objetivos. Lo mismo se podría decir del empleo de fertilizantes y el uso de herramientas de gestión de nutrientes como una medida eficaz para reducir el impacto ambiental de nuestra profesión.

Por supuesto, nosotros defendemos como gran palanca para enfrentar los retos que tiene la agricultura del siglo XXI la ciencia y el conocimiento. Solo seremos eficaces en nuestra lucha contra el cambio climático, en el aumento de nuestros estándares de sostenibilidad o en enfrentar el reto histórico de llegar a proveer alimentos sanos y seguros a una población mundial creciente que no tardará en llegar a los 10.000 millones de personas si contamos con la ciencia.

P.- ¿Cómo valoran desde su organización la irrupción en la PAC del concepto de ‘ecoesquemas’?

R.- Desde el primer momento, las autoridades europeas al más alto nivel dejaron claro que los ‘ecoesquemas’, ‘ecorregímenes’ ahora, eran la base del nuevo modelo de PAC, y que sin ‘ecoesquemas’ no existirá presupuesto para la PAC. Con esta premisa, desde UPA entendimos que teníamos que trabajar intensamente para conseguir unos ‘ecoesquemas’ que fueran realistas, y que sirvieran para ayudar a agricultores y ganaderos, y no implicaran requisitos fuera de la realidad. Ese ha sido siempre nuestro punto de vista con respecto al diseño de estas nuevas ayudas.

Del listado que finalmente se ha enviado a Bruselas en la propuesta del MAPA, encontramos ‘ecoesquemas’ más adaptados a las necesidades de las explotaciones ganaderas y agrícolas, y que, por tanto, pueden ayudar a sus titulares a producir alimentos de una manera más adecuada, pero también hay otros que tienen un diseño confuso y que pueden mandar un mensaje erróneo. Somos conscientes de que nos enfrentamos a la puesta en marcha de unas ayudas nuevas y que es difícil acertar en el primer diseño. Es necesario contar con la suficiente flexibilidad para adaptar aquellos ‘ecoesquemas’ que, tras un primer año de actuación, muestren algún problema de diseño, y que esto no suponga ninguna pérdida de dinero para los agricultores y ganaderos. El objetivo de los ‘ecoesquemas’ debe ser mejorar en aspectos medioambientales, sin condicionar nuestra principal misión, la producción de alimentos.

UPA cree que es posible encontrar un punto de equilibrio entre conseguir un beneficio ambiental: reducir erosión, aumentar la captura de carbono de los suelos, aumentar la biodiversidad de nuestros campos y mantener nuestra capacidad de producción.

El reto del cambio climático es un reto global al que la agricultura también tiene que responder. En este sentido apoyar la agricultura de conservación o el apoyo al mantenimiento de las cubiertas vegetales nos parece una medida muy eficaz para reducir erosión y especialmente aumentar la captura de carbono de los suelos. Este es solo un ejemplo. Pero el diseño de estas medidas debe permitir el uso de aquellas tecnologías que aseguren el éxito de la medida y que no hagan imposible su implementación por el sector.

Lo mismo podemos decir de los márgenes multifuncionales que se han demostrado como la práctica más eficaz para aumentar la biodiversidad de nuestros campos, especialmente de insectos polinizadores y, si no se permite gestionar adecuadamente estos márgenes, puede ocurrir que sea un ‘ecoesquema’ que los agricultores no podamos desarrollar.

P.- ¿De qué manera influirá la nueva política agraria en el mundo de la sanidad vegetal?

R.- La PAC cada día implica una reducción de herramientas para el control de plagas, enfermedades y malas hierbas que condiciona claramente los rendimientos agrícolas. Estamos sufriendo un proceso de eliminación de sustancias que está poniendo a prueba a los agricultores europeos. Hay que dejar claro que los agricultores son los primeros interesados en reducir el uso de insumos de todo tipo, ya que este uso limita en muchos casos la rentabilidad económica de las explotaciones. Pero lo que no entendemos es que estas limitaciones no tengan en cuenta la base científica existente y que primen las presiones políticas que juegan solo con las emociones. No tiene ningún sentido que las administraciones retiren del mercado un producto que, utilizado en condiciones adecuadas, aporte muchos más beneficios que perjuicios. El proceso de evaluación de sustancias activas debería estar íntimamente relacionado con la existencia de nuevas sustancias o técnicas más respetuosas que nos ayudasen a mantener el potencial productivo. Quizá en el futuro la sanidad vegetal pueda depender de manera más destacada de la mejora varietal, pero para ello no podemos quedarnos atrás en las nuevas técnicas que ya nos están empezando a aportar soluciones a toda la sociedad. No podemos ceder ante presiones de quienes quieren hacernos retroceder 50 años.

Ya lo hemos dicho anteriormente: no podemos olvidarnos que la razón primera de la agricultura es la de proveer alimentos sanos y seguros a la sociedad. Una visión muy parcial de un primer mundo donde ve resuelto a corto plazo esta demanda no puede poner en peligro este objetivo a medio y largo plazo.

P.- ¿Son suficientes los 47.724 millones de euros que se destinarán a nuestro país hasta 2027? ¿Dónde se debería haber puesto un mayor foco?

R.- El presupuesto para el nuevo período es muy parecido al disponible en el período anterior. Es cierto, que no se ha actualizado y por tanto lleva implícito un descenso de su valor o poder adquisitivo. Podríamos decir, que si a la PAC se le exige más si la PAC tiene más objetivos es razonable pensar que también debería contar con más presupuesto. Evidentemente como Organización Profesional agraria este es nuestro punto de partida. Pero dicho esto, y tal y como se ha indicado anteriormente, ante un presupuesto limitado, es fundamental hacer un reparto más justo. Los objetivos que se han establecido para el nuevo período son muy exigentes, y por tanto es difícil pensar que con el mismo presupuesto se pueden hacer muchas cosas más. Pero este es el escenario que tenemos, y ahora lo importante es aprovechar de la manera más adecuada cada euro. La PAC tiene una enorme importancia para mantener una cierta estabilidad en las rentas de explotaciones agrícolas y ganaderas, y este debe ser el principal foco y objetivo del presupuesto comunitario. En los últimos años hemos sufrido situaciones excepcionales, que nos hacen plantearnos si tenemos asegurado el abastecimiento de alimentos en la Unión Europea. La PAC se fundó con este objetivo, y nunca deberíamos dejarlo de lado, porque si en algún momento desmantelamos el sector agrario europeo, será muy difícil volver a reconstruirlo.

En este sentido, UPA liga el debate del presupuesto de la PAC al modelo de producción europeo. Donde además de los estándares máximos a nivel mundial en cuanto a protección del medio ambiente, calidad y seguridad nosotros queremos introducir el de una base social muy amplia. La agricultura europea fundamentalmente se apoya en la explotación familiar y así debe seguir siendo. Por eso mecanismos que reconduzcan el apoyo hacia ese modelo es fundamental. Las explotaciones familiares no nos deslocalizamos, otros modelos sí.