Buenas prácticas agrícolas en el cultivo del maíz
En el cultivo de maíz hay que tener especial cuidado en la observación de las Buenas Prácticas Agrícolas
Concurren en el maíz múltiples factores para que el riesgo para el medio ambiente frente a otros cultivos sea mayor:
- Grandes aportes de fertilizantes, con el riesgo de lavado y/o pérdida que pueden acabar en los cursos de agua con su consiguiente contaminación.
- Cultivo con grandes necesidades hídricas, que pueden acarrear el lavado y arrastre de fertilizantes y fitosanitarios, especialmente con métodos de irrigación menos eficientes como el riego a manta y suelos de permeabilidad alta.

Manejo del suelo y del riego
El manejo inadecuado del suelo favorece procesos erosivos; éstos pueden verse acrecentados por una gestión del riego poco eficiente, que además de repercutir en la rentabilidad del cultivo por los propios costes del riego, ocasiona la pérdida de nutrientes depositados en la capa superficial del suelo, la más fértil de la parcela.
El riego en exceso del maíz genera un riesgo evidente de lavado de fertilizantes y fitosanitarios, disminuyendo la eficacia de los mismos y contaminando el agua.
Uso seguro en el manejo de fitosanitarios
En el maíz proliferan gran número de malas hierbas que suponen una gran competencia con el cultivo, por lo que el uso seguro de los mismos es fundamental para la coexistencia de un cultivo agrícola sostenible económica y ambientalmente, por lo que es fundamental seguir las siguientes recomendaciones:

- Antes de planificar cualquier tratamiento fitosanitario es clave realizar:
- Una adecuada regulación del equipo de aplicación (velocidad adecuada, presión y tipo de boquilla, altura de la barra, etc).
- Elegir una ventana óptima de aplicación en función de las condiciones ambientales idóneas: humedad relativa superior al 40%, temperatura inferior a 25°C, viento inferior de 10 km/h.

- Una vez identificado la problemática del cultivo (plaga, enfermedad o mala hierba), es clave LEER ATENTAMENTE LA ETIQUETA DEL PRODUCTO y respetar siempre las dosis de registro y momentos de aplicación; igual de importante además es seguir las medidas que el fabricante da para la mitigación de riesgos, como son:
- Zonas de protección a zonas no objetivo, donde no se podrá aplicar producto, poniendo especial atención a las zonas más sensibles como son los cursos de agua y que vienen definidas en la etiqueta del producto.

- Uso de boquillas antideriva; además de mejorar la eficacia de la aplicación, evitamos que el producto acabe contaminando el agua o afectando a cultivos adyacentes.

Una vez terminada la aplicación
Debemos gestionar correctamente el caldo sobrante en el equipo: podemos diluirlo con agua y volver a aplicar sobre la parcela, o bien utilizar algunos de los sistemas autorizados para la gestión de estos restos, como es Heliosec, dispositivo para vaciar el fondo de la cuba y que por la acción del sol y el viento evapora el agua del fitosanitario quedando el residuo seco que a final de campaña se retira a través de un gestor autorizado.

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