Buenas prácticas agrícolas en el cultivo del maíz

Cultivos extensivos

El cultivo de maíz es de importancia vital en España. Cada año se cultiva en España más de 300.000 has de maíz, siendo las principales regiones productoras Castilla y León, Aragón, Extremadura, Cataluña y Castilla-La Mancha, y aun así España sigue siendo deficitaria en la producción del maíz respecto del que consume.

El maíz, como cultivo altamente productivo consume una elevada cantidad de insumos agrícolas, por lo que hay que tener especial cuidado en la observación de las Buenas Prácticas Agrícolas.

Concurren en el maíz múltiples factores para que el riesgo para el medio ambiente frente a otros cultivos sea mayor:

  • Producciones elevadas implican un aporte grande de fertilizante, con el riesgo de lavado y/o pérdida de fertilizantes que pueden acabar en los cursos de agua, con la consiguiente contaminación y eutrofización de los mismos (proceso de disolución de nutrientes en el agua que produce una proliferación excesiva de algas y disminución del oxígeno disuelto, que conlleva pérdida de biodiversidad).
  • Cultivo con grandes necesidades hídricas, que pueden acarrear lixiviado de fertilizantes y fitosanitarios, especialmente con métodos de irrigación anticuados como el riego a manta, donde la media nacional supera el 23%, llegando en regiones del norte de España al 46%. Aquí se presenta un riesgo claro de lavado tanto de fertilizantes como de aplicaciones fitosanitarias si no se manejan tanto el riego como la aplicación de fitosanitarios y abonados correctamente.
  • El manejo del suelo es otro factor importante a tener en cuenta. Parcelas en pendiente con un inadecuado laboreo pueden favorecer procesos erosivos con pérdidas de más de 30 Ton/Ha de capa superficial de suelo, siendo además la más fértil y donde se encuentran la mayor parte de los nutrientes que va a necesitar el maíz. Este proceso puede verse acrecentado por una gestión del riego poco eficiente, que además de repercutir en la rentabilidad del cultivo acelera la erosión del suelo.
  • Consumo de fitosanitarios. Partiendo de que en un cultivo del maíz proliferan gran número de malas hierbas que suponen una gran competencia con el cultivo, pudiendo reducir a prácticamente cero la cosecha, el uso seguro de los mismos es fundamental para la coexistencia de un cultivo agrícola sostenible económica y ambientalmente.

Buenas Prácticas Agrícolas

Escorrentía

Centrándonos en el uso de fitosanitarios, es clave en las aplicaciones un seguimiento estricto de las recomendaciones y dosis registradas de aplicación, para conseguir por un lado la eficacia buscada en el tratamiento, y no menos importante, garantizar el uso seguro de la aplicación, tanto para el aplicador, el viandante como para el medio ambiente.

Un aspecto importante es el respecto de las bandas de seguridad que debemos respetar en los tratamientos fitosanitarios, especialmente junto a masas de agua. Medidas como el uso de boquillas antideriva ayuda a minimizar el riesgo en las aplicaciones.

Asimismo, sistemas como Heliosec diseñados para la gestión de restos de aplicaciones fitosanitarias evitan el problema de contaminaciones puntuales, todo ello dirigido a proteger el recurso hídrico es uno de nuestros mayores activos.

El sector agrícola, como uno de los principales consumidores de agua, tiene la obligación de usar este recurso escaso con responsabilidad, garantizando que una vez utilizado vuelva a su ciclo natural en perfectas condiciones, garantizando su sostenibilidad en el tiempo para las generaciones futuras.

Escorrentía

Hemos de tener especial cuidado y sensibilidad con las aguas subterráneas, más susceptibles a la contaminación que las aguas superficiales, ya que su ciclo natural de regeneración es mucho más lento, cualquier contaminación presente en las capas freáticas tarda muchos años en eliminarse.

Para ello es fundamental planificar las aplicaciones y riegos y dimensionar estos últimos correctamente para evitar el lixiviado y arrastre de fertilizantes y fitosanitarios a capas profundas que puede acarrear contaminación de las acuíferos.

Este problema más frecuente en el riego a manta, puede afectar incluso en sistemas de riego más modernos como la aspersión, cuando se realizan riegos muy por encima de las necesidades del cultivo. Por eso es importante tener especial cuidado en el manejo del riego.

La determinación del volumen óptimo de riego vendrá determinada en gran medida por las necesidades hídricas del cultivo en ese momento, y de forma muy importante, por el tipo de suelo. Suelos muy arenosos tienen una capacidad muy baja de retención de agua, al contrario que los suelos arcillosos y ricos en materia orgánica.

Conocer el tipo de suelo que tenemos es fundamental para planificar el programa de riegos de nuestro maíz y evitar efectos indeseados en el medio ambiente, además de pérdidas de eficacia en los tratamientos residuales que han de incorporarse al suelo.