Agricultura tradicional vs. Agricultura intensiva ¿Cuál tiene un menor coste medioambiental?

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Agricultura tradicional vs. Agricultura intensiva


La biodiversidad desempeña un papel muy importante en el funcionamiento de los ecosistemas. El ciclo de nutrientes, la formación del suelo, la polinización de plantas o el control de plagas, son algunos de los principales procesos que dependen de ella. Actualmente los sistemas de cultivo intensivos son la única forma que tenemos de asegurar el suministro constante de alimentos, y gracias a las mejoras de las técnicas agrarias y nuevas normativas estos sistemas son compatibles con la preservación del medio ambiente, la biodiversidad y la sostenibilidad.

Un equipo de investigadores, entre ellos el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha elaborado un estudio publicado en la revista Ecology Letter en el que se demuestra que dejar lindes entre cultivos mejora la producción agrícola y la biodiversidad aumentando hasta un 70% la presencia de artrópodos polinizadores y más del 40% de los insectos encargados del control biológico de plagas.
 

 Pero… ¿sabías que la superficie de tierra cultivable del Planeta es limitada?


Por esta razón, actualmente la agricultura intensiva permite incrementar la producción de alimento por hectáreas, y garantizar alimentos suficientes para una población creciente.

La agricultura intensiva optimiza el desarrollo y el crecimiento de los cultivos en un ambiente controlado y si comparamos el uso de recursos de la agricultura intensiva con la agricultura tradicional y/o ecológica; cada kilo de producto obtenido por la agricultura intensiva tiene un coste medioambiental inferior al de la agricultura tradicional. Uno de los factores que influyen en esta balanza a favor de los sistemas de agricultura intensiva es el uso de productos que hacen que el cultivo crezca más rápido y se desarrolle mejor, incluso cuando las condiciones de humedad y temperatura no son las óptimas. Estos productos como por ejemplo, reguladores del crecimiento o feromonas, son los llamados productos fitosanitarios.
 

Cada kilo de producto obtenido por la agricultura intensiva tiene un coste medioambiental inferior al de la agricultura tradicional.


Ahora bien, el uso de estos productos, se debe de hacer de una manera controlada, siguiendo unas pautas y unas reglas para causar el menor impacto posible, en especial, en la biodiversidad de la zona. Una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad viene a raíz del uso de estos productos pero también es verdad que la principal causa de esto es su mal uso.

La recomendación de productos fitosanitarios se realiza siempre con el asesoramiento técnico ofrecido por una red de profesionales que se encargan de analizar el suelo, condiciones y ecosistema de cada finca antes de aplicar el producto. Hay que recordar además, que los agricultores deben obtener su carnet de aplicador de fitosanitarios tras recibir una formación teoría y práctica específica. Dicha formación, junto con el apoyo y la recomendación de los técnicos, permite, que según las condiciones de la finca se utilice un determinado producto, con unas indicaciones de uso específicas, muy importantes para el correcto desarrollo de las plantas y el menor impacto sobre la fauna y flora adyacentes, promoviendo una mayor sostenibilidad agrícola, y el mantenimiento de la biodiversidad en el medio rural. Si todo esto se tomase a la ligera, el efecto negativo en el ecosistema sería fatal, por lo que es necesario que todos los actores implicados tomen conciencia al respecto.

La Gestión Integrada de Plagas, es un buen ejemplo de cómo se deben hacerse las cosas en los sistemas de agricultura intensivos. El uso de productos fitosanitarios o fertilizantes sigue en muchos casos siendo necesario para permitir un correcto y óptimo desarrollo de los cultivos, especialmente cuando las condiciones de cultivo no sean óptimas.
 

La Gestión Integrada de Plagas, es un buen ejemplo de cómo se deben hacerse las cosas en los sistemas de agricultura intensivos.


Esto, unido a otras medidas como la colocación de lindes alrededor de las superficies cultivadas puede ser el escenario perfecto para alojar a nuevas especies que incluso sirvan de enemigos naturales para determinadas plagas habituales en algunos cultivos.

Actualmente, la población mundial está en continuo crecimiento, y el porcentaje de superficie utilizada para la producción de alimentos se sitúa en torno al 45%. Si pusiéramos en práctica solo sistemas de cultivo tradicionales y/o ecológicos, nos quedaríamos sin espacio para la biodiversidad, ya que es importante reseñar que este tipo de sistemas de cultivo requieren mucho más espacio para la producción de alimentos (producción en kg/ha más baja) que los sistemas de cultivo y agricultura intensiva.

Por eso, día a día, los investigadores del sector agroalimentario se esfuerzan para descubrir nuevas medidas y métodos que consigan un equilibrio positivo y a su vez respetuoso con el medio ambiente. La Gestión Integrada de Plagas (GIP) o las mejores técnicas y nuevas herramientas de aplicación de fitosanitarios, son algunos de los procesos en los que gracias a los avances desarrollados, permiten que la biodiversidad no tenga que verse afectada a consecuencia de estos sistemas de producción actualmente necesarios para garantizar la alimentación a una población mundial en constante crecimiento.